The Inspiring Space La juventud de mi vejez Por Bianna Peña Publicado julio 5, 2018 5 minuto leer Comentarios desactivados en La juventud de mi vejez 0 1,138 Comparte Facebook Comparte Twitter Comparte Google+ Comparte Reddit Comparte Pinterest Comparte Linkedin Comparte Tumblr Compartir en Facebook Compartir Compartir en TwitterTweet Compartir en Pinterest Compartir Compartir en Linkedin Compartir Compartir en Digg Compartir 0 Total Comparte Hoy tengo que hacer un esfuerzo mayor para lucir mejor. La esclavitud de pintarme el pelo y cuidar mi cara, me recuerdan constantemente que mis lágrimas y mis risas no han sido en vano, que cada cana y cada arruga tienen su historia. He vivido, he reído y he llorado. Sin embargo, a pesar de esto, considero que el gran cambio que los años aportaron a mi vida, se ha producido en mi alma. Los años me enseñaron a priorizar, a conciliar con el amor, a agradecer el regalo de la amistad y a afianzar mi espiritualidad. Hoy confieso que un beso de mis hijos, la sonrisa de los bebés o una celebración familiar, producen más luces en mi vida, que la más deslumbrante constelación de estrellas. Los años que han pasado también me han demostrado, que mis amigos han sido seres de luz que han iluminado mi camino en algún momento y en algún lugar, sin importar el tiempo y la distancia. Que los verdaderos siguen aquí y los que se fueron es porque simplemente cumplieron su proceso. Que mi Fe se ha vuelto persistente y tolerante. He asumido la responsabilidad de mi espiritualidad, sin fanatismo, ni obsesiones. Mi Fe me ha ayudado a aceptar lo que no puedo entender ni cambiar y a fortalecer mi tolerancia hacia las creencias de los demás. Los años han pasado y la realidad de mi vida ha ido cambiando. Aunque mi cuerpo físico esté envejeciendo, mi alma se está rejuveneciendo y hoy me siento más joven, que cuando era joven. No temo a la vida y mi época de inseguridades y de correr tras la vida ya pasó. He caminado lo suficiente para entender, que no puedo y no quiero vivir de apariencias, porque si lo hago, esto no me da felicidad. También comprendí, que no debo más que sentir agradecimiento por haber tenido el privilegio que mis amigos/as me eligieran como un acompañante del alma, en su ruta por la vida. Por último, he conocido a Dios y le doy las gracias de rodillas por todas sus bendiciones que me ha obsequiado y por las que aún me tiene reservadas. Con todo esto, vivo mi realidad día a día, entendiendo que es tiempo de asumir las experiencias y que no importa lo que pase con mi cuerpo físico, las circunstancias actuales de mi vida están centradas en lo que pase con la juventud de mi alma. Autor desconocido
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