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Historias de amor en Quisqueya La Bella

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Historias de amor

 

Desde la unión de las fiestas de San Valentín, ejecutado en el antiguo imperio romano en el siglo III por su insistencia en casar a militares en la clandestinidad, a pesar de la prohibición impuesta por el Emperador Claudio II de realizar estos enlaces por ser según él el matrimonio un elemento que mermaba la capacidad de sus soldados; y la festividad pagana de Cupido, la cual se vincula a la mitología griega; los 14 de febrero se convirtieron en el día del amor y la amistad.

Dominicana, no podía quedarse atrás pues desde la época de la colonia se registraron memorables historias de amor, de taínos con taínos como el caso de Anacaona y Caonabo, ella hermana de Bohechio de quien heredó el cacicazgo de Bohechío tras su muerte, y él cacique de Maguana.

El encuentro entre culturas, también llamado “Descubrimiento”, trajo consigo al primer niño mestizo de la Colonia: “Miguelito” fruto del amor de la cacica  Zameaca o Catalina (nombre que asumió luego de ser bautizada en la fé cristiana)y Miguel Diaz Aux, proveniente de Aragón, quien llegó a La Hispaniola en el segundo viaje de Colón y se asentó en Luperón.  Tras un altercado de Miguel con otro español, sirviente de Colón, y creer haberlo matado, éste salió huyendo hacia el sur encontrándose con la hermosa taína quien además de conquistar su corazón, le mostró las  grandes riquezas que se alojaban en estas latitudes.

Salomé Ureña y Francisco Henríquez, dieron a luz otra de esas historias en las que el amor se mezclaba entre lo literario y el amor patrio; amor que unió y marcó el romance de otras tantas parejas como Manuel (Manolo) Tavárez Justo y Minerva Mirabal, personajes que vivieron durante la dictadura de Trujillo y que se convirtió en una de las historias más trascendentales de la isla, motivante en gran medida de los destinos políticos del país.

El paso del tiempo trajo consigo cambios, y con ello nuevas formas de demostrar el amor, hemos pasado de la época de serenatas, visitas en la sala de las casas, salidas con chaperonas, e intercambio de regalos que iban desde cartas, chocolates, hasta flores y peluches, a un nuevo estilo de celebrar en donde las parejas son más abiertas y se permiten viajar juntos tanto en lo interno como en lo externo del país para demostrar en lugares especiales sus sentimientos, y hacer de lo que a veces podría llegar a llamarse un simple enclave turístico en un lugar memorable que marque sus vidas con un antes y un después de su visita.

Playas, monumentos y los extraordinarios paisajes de República Dominicana, país situado en el mismo trayecto del sol, como bien recitaba Don Pedro Mir, hoy son cómplices de nuevos romances, enlaces y las peticiones de mano realmente impresionantes.

El límite dejó de ser el cielo cuando se incorporó al escenario romántico los vuelos en globo, paracaídas y parapentes, dando con ello un matiz de aventura a la solemnidad de un “te quieres casar conmigo”.

Organizar un flash mob en un aeropuerto o una  plaza pública, o simplemente rentar un hotel o cabaña en exclusiva para demostrar con una amplia variedad de detalles e incluso fuegos artificiales, que el amor no pasa, que se transforma, que aún no  está todo perdido, que más allá de una fecha o un día la pasión puede perdurar.

Escrito por: Milka Hernández
Experta en Marketing Turístico
@pasionporRD

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